Piedra libre

 Tenía 13 o 14 o talvez 15 años, era una noche más de verano en Mar del Sur, el pueblito costero en el que vacacionamos toda la vida con mi familia. Como tantas  veces era noche de asado, es necesario hacer la aclaración de que en esa casa éramos siempre cerca de 30 personas entonces el asado siempre era un plan que involucraba a todos. Con mis primos  estábamos en esa edad donde todavía no calificábamos como grandes como para comer en la mesa de grandes ni como chicos como para comer en la mesa de chicos. Como resultado terminamos comiendo adentro, alejados de la charlas de política o religión que eran moneda corriente en mi familia. 

      Eramos mi hermano Jero, mis primos topi, batu, manolo y la novedad de que para este asado habían venido dos primos que no suelen venir, Juan y pedro. Muy pocas veces los veíamos a Juan y a pedro pero había algo que todos los presentes sabíamos de ellos: eran quilomberos.

  Ni bien llegaron dijeron de ir a caminar, hasta ahí todo normal, teniendo en cuenta que conocíamos el pueblo como la palma de nuestra mano o eso creíamos. Hicimos dos cuadras en dirección contraria de la playa, para el lado de la iglesia y encontramos un lugar abandonado. No era un lugar grande, era un rectángulo de unos 4m por unos 20 de largo con una puerta cubierta con tablones de madera y dos ventanas a los costados. Ahí Juan y Pedro propusieron la idea de tirar piedras, a ver quién podía romper el vidrio de la ventana. Tire yo… afuera, siguieron tiraron todos hasta dar una vuelta entera hasta que  vuelvo a tirar yo… PUM directo en la ventana, pero no con la suficiente fuerza como para romperla pero si como para que se escuche. Salimos todos corriendo cagados del susto, entramos a la casa y nos metimos al cuarto con ventana hacia afuera para espiar y apagamos todas las luces, a los dos minutos pasó un auto de la policía local. Hasta el día de hoy no sabemos si fue casualidad o si fue por lo que habíamos hecho.

     Manolo propuso ir de vuelta, había algo en la adrenalina que sentimos en ese momento que nos hizo querer volver a todos. Fuimos agarramos las piedras y antes de que tire el que le tocaba  propusimos tirar todos al mismo tiempo. Preparamos, apuntamos, y tiramos… PUM!!! Cayó el vidrio y corrimos aún más rápido que antes, pero lo que más nos asustó fue escuchar un “YA LOS VOY A AGARRAR PENDEJOS” que vino de adentro del lugar abandonado. Nos escondimos otra vez en el cuarto, volvimos apagamos las luces y bajamos las persianas, creo que nos pusimos a jugar a un juego de mesa o algo así, no queríamos saber nada con lo que había pasado.

    Más tarde, Juan y Pedro volvieron a sus casas y solo quedamos los que dormíamos en aquella casa. Todos nos llevamos una gran sorpresa cuando a la mañana siguiente nos encontramos con 7 piedras en la entrada de la casa.

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