Autobiografía como escritor y lector
“Moruli”, esa fue la primera palabra que leí en mi vida y por lo tanto mi primera relación con la lectura a los 5 años, ocurrió en el patio de sala de 5 del colegio al que asistí durante gran parte de mi vida. No es una palabra inventada sino que es el nombre del colegio que llevábamos estampados en el buzo blanco de deporte escrito con letras naranjas todos los alumnos. Recueros comentarlo con amigos y que me dijeran que era obvio que decía Moruli, claro, era el único nene que iba por la vida sin preguntar que era lo que decía el buzo que usaba la gran mayoría de sus días.
Unos meses después, en el contexto del mundial y de la colección del álbum de figuritas, me veo leyendo todo lo que se podia leer en ese álbum y acribillando a preguntas a mis padres sobre cosas como si pronuncie bien o como era la manera correcta de leer un nombre de un jugador cualquiera Nigeria. Una de estas incertidumbres vino cuando llegue a la página de Mexico, no me entraba en la cabeza que se pronuncie “Méjico” si se escribía con x, por que no “Mexico”? Cual era la razón detrás de ese cambio de las normas que hace tan poco había logrado amaestrar. Recuerdo hacerme la cabeza muchas veces de chico porque obviamente ningún Niño acepta el “porque sí hijo como respuesta”
Sería entretenido e interesante hablar del primer libro que me fascinó y me maravilló, pero sería aún más entretenido y mas fascinante contar sobre un libro que no me gusto nada y que ni de grande pude cambiar mi forma de verlo. “La Historia interminable” no me disgusto por su historia, por sus personajes o por el género fantástico que la caracterizaba, odiaba ese libro con toda mi alma por las únicas razones por las que un niño de cuarto grado podría odiar un libro, era largo y me había sido asignado como tarea del colegio leerlo. Siempre sentir que estás obligado a hacer algo le saca ese disfrute de la elección espontánea, y esas más de 300 páginas lo hacían un suplicio en el cual solo arrancaba una página buscando terminarla y perdiendome una historia fantástica y conmovedora. Tuve la suerte de que mi otro colegio el “Moruli” me haya asignado en segundo año de la secundaria la (re)lectura de este libro y ahí sin el problema tan marcado de la longitud pero aun con la obligatoriedad supe apreciarlo de otra forma
Por el lado de la escritura mi relación con ella se da de forma meramente institucional, aunque no por eso no la disfruto. Quizás la experiencia que mas recuerdo es el taller de escritura de mi colegio en primer año, en 2018. No tenía mucha ciencia, el profesor que luego fue profesor de lengua y literatura para luego serlo de comunicación nos daba cuentos para leer y consignas de escritura para trabajar similitudes con los cuentos leídos. La característica que hizo que esta clase me quedara tan marcada era quizás la posibilidad de trabajar en duplas, la cual yo conformaba con mi amigo Donato Luppi y nos encargábamos de hacer que los cuentos sean comicosy graciosos a partir de lo absurdo y de lo sinsentido. Lo importante en esto era que no escribíamos los cuentos para que el profesor se ría, ni para que nuestros compañeros lo hagan cuando tocaba leerlo en voz alta sino que era una competencia entre dos para ver quien podía llevar a la historia hasta su punto absurdo mientras se cumplía con la consigna y se lograba un cierto sentido interno.
En ese mismo año me tocó rendir un examen en inglés en donde una consigna era el famoso “writing” donde la profesora se cansaba de explicarnos que debíamos elegir el mail en lugar de la historia para desarrollar. Nunca me caracterice por escuchar mas a los demás que a lo que siento yo, y es por eso que habré sido el único que decidió hacer esa historia ¿Mi justificación? había muchísimo más lugar para desarrollar de forma creativa en una historia que en un mail a Juanito que era inglés y le tenía que explicar mi vida en Argentina. Me termino yendo bien en ese examen pero igualmente fui cuestionado por la profesora por no haber seguido los pasos que ella pretendía, es que en su cabeza era muy probable complicarse con los tiempos verbales en inglés en una historia, una cuestión que claramente no tome en cuenta a la hora de elegir lo que elegí
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